Que El médico y bioquímico valenciano Santiago Grisolíauno de los precursores de la divulgación científica moderna en España, consiguió elevar la ciencia y la tecnología a nivel internacional, ydesde sus puestos de responsabilidad supo moverse como “pez en el agua”. en los círculos políticos, sociales y culturales.
Grisolía, fallecido este jueves a los 99 años, ha demostrado a lo largo de su vida que puede hacerlo enorme entusiasmo por la cienciapero sin despegarse ni un milímetro de la realidad y la actualidad, de las que en ocasiones ha hablado polémicamente.
En mayo de 2014, el entonces rey Juan Carlos I le otorgó el título de marqués de Grisolía por su “muchos años de meritoria actividad investigadora y docente‘, su ‘contribución al conocimiento científico’ y en reconocimiento a la ‘estima real’ del monarca.
El deterioro de la salud de Grisolía le impulsó a renunciar a la batuta de su lectura el 7 de junio de 2016, cuando se publicó el fallo de los Premios Rey Jaime I, por primera vez en la historia de estos galardones; Doce días después ingresó en el Hospital Clínico de Valencia donde se encontraba mal.
Tras este episodio hospitalario, Grisolía siguió asistiendo a diversos actos públicos, aunque su participación en ellos fue cada vez más restringida.
en el Su esposa murió en septiembre de 2017 a la edad de 99 años.también la investigadora Frances Thompson, con la que tuvo dos hijos, lo que supuso un duro golpe para el científico valenciano.
Santiago Grisolía se licenció en Medicina por la Universidad de Valencia en 1944 y tuvo la oportunidad vino a los Estados Unidos con una beca del Departamento de Estado para estudiar.
Aunque la beca es por un período de un año en el Departamento de Bioquímica y Farmacología de la Universidad de Nueva Yorkdonde fue el primer becario postdoctoral español que tuvo Severo Ochoa, esta “estancia temporal” iba a durar más de tres décadas.
Siempre se jactó de haber sido alumno del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1959, Severo Ochoa, con quien formó una gran amistady, de hecho, era el mayordomo de sus testamentos personales y científicos y custodiaba tanto su archivo científico como su biblioteca privada.
Tras una larga estancia en Wisconsin, donde ejerció como profesor y jefe del Departamento de Bioquímica Molecular de la Universidad de Kansas y jefe del Laboratorio del Centro, En 1977 regresa a España para dirigir el Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia.
Su trabajo se centró en temas como la enzimología del metabolismo del nitrógeno, el metabolismo de fosfogliceratosRecambio y descomposición de proteínas y control de la síntesis de tubulina en el cerebro.
En 1988 fue nombrado Presidente del Comité Científico Coordinador de la UNESCO. Proyecto Genoma Humano, cargo desde el que contribuyó notablemente a la divulgación científica del genoma desde que Valencia se convirtió en uno de los centros neurálgicos donde se puede discutir el descubrimiento del mapa genético, considerado uno de los avances más importantes de la humanidad.
Su experiencia investigadora y su afán por posicionar la ciencia y la tecnología españolas a nivel internacional le han llevado a promover congresos internacionales y a escribir libros como “Vivir para la Ciencia” en las últimas décadas. Criticó la falta de apoyo institucional y político para el desarrollo de la investigación en España.
Siempre creyó que los científicos tenían el “deber” de involucrarse y responder a los problemas relacionados con su trabajo, así como a otros temas de actualidad.
Grisolía, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990, siempre se ha movido como “pez en el agua” en los círculos políticos, sociales o culturales.
en el En 1995 fue nombrado Consejero del Presidente de la Generalitat Valenciana para la Ciencia y la Tecnología, un año después presidente de la Consejo Cultural de Valencia -cargo que aún ocupa- y en 1998 el Consejo Científico Asesor del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia y el Consejo Asesor del Museo de las Ciencias de Cuenca.
Como director general de Premios Rey Jaime Icreado por la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados y la Generalitat, que celebrará su trigésimo segundo aniversario en 2020, ha conseguido atraer año tras año a decenas de premios Nobel a Valencia, adquiriendo uno de los galardones con mayor dotación económica del mundo seguro todo el país.
Más recientemente el 16 de octubre de 2020Durante una rueda de prensa vía videollamada del Premio Nobel de Medicina 2011 Jules Hoffman, antes de deliberar sobre los premios, Santiago Grisolía asistió en silla de ruedas, pero aproximadamente un mes después, el 24 de noviembre, concedió una entrevista a la agencia EFE, donde se veía bien y caminaba con la ayuda de un bastón.
Al entregar desde Premios de la 32ª edición marcada por la pandemia del coronavirus, el presidente de la Generalitat, Ximo Puigdestacó el “impulso entusiasta” de Santiago Grisolía, a quien calificó de “eternamente joven” y “permanente luz que la ciencia valenciana irradia al mundo”.
Apoyado por el Consell Valencià de Cultura -Órgano Consultivo de la Generalitat- la declaración de la tauromaquia como Bien de Interés Cultural (BIC), sugirió que el “bus al carrer‘ usan luces en lugar de fuego en sus cuernos y exigieron que el ‘incendio provocado’ sea considerado un crimen contra la humanidad.
También insistió en numerosas ocasiones en que las Consejerías de Educación y Sanidad “desaparecer”, y preguntándose cuál era su razón de ser cuando las transmisiones a las comunidades autónomas ya estaban hechos.
Otra de sus facetas fue la literaria: en 2009 publicó la novela “El enigma de los grecos”, en la que mezclaba relatos de ficción y autobiográficos escritos por Peter Smith, un joven voluntario de las Brigadas Internacionales que se vio envuelto en una aventura del Los secretos mejor guardados de los templarios.